Gunpowder

(BBC one. 3 episodios: 21/10/2017 - 04/11/2017)

A priori, ves una miniserie con Jon Snow de protagonista, en la que figura Liv Tyler y te cuenta la trama que tanta fama alcanzó, la del intento de explotar el Parlamento inglés por parte de Guy Fawkes, y las imágenes sueltas parecen tener la suficiente calidad como para embarcarte en estos tres episodios que no parece que vayan a decepcionarte.

Pero vaya si lo hace, pese a la aceptable ambientación (1603, muerta Isabel I hace nada). Difícil de digerir como mínimo, la historia ideada por y para que Kit Harington se luzca se queda en agua de borrajas. No hay pegas para su Robert Catesby, aunque tampoco hay explicación (¿su primer apellido real tendrá filiación con este personaje se supone que histórico, Christopher Catesby Harrington? Sería una posible razón para este extraño proyecto) porque a la postre es un personaje absurdo. 

Estamos ante una historia lenta, plomiza, con personajes demasiado polarizados, y un par de ideas base flotando pesadamente sobre todo lo demás: la principal, que los católicos ingleses estaban perseguidos y casi exterminados por el protestantismo encabezado por el rey James (Jacobo) I (Derek Riddell, irrelevante) y su maquiavélico consejero lord Robert Cecil (Mark Gatiss, Sherlock Holmes, de lo poco salvable, aunque te pone de los nervios que su cabeza esté pegada a su cuello ladeada), cuya mano ejecutora es sir William Wade (Shaun Dooley), la tercera pata de este grupo de personajes malos malísimos.

Solo queda huir a Bélgica, porque los católicos no suelen ofrecer resistencia, amparados en su ideario de ofrecer la otra mejilla, como es la tesis del padre Henry Garnet (Peter Mullan) y de Anne Vaux (Liv Tyler, muy desaprovechada en todos los sentidos); hasta que a Robert Catesby, el primo de esta última, se le hinchan las narices al ver cómo su hacienda y su fama se ven mermadas y ultrajadas por su religión y se lía en una trama conspiratoria para acabar con tanta vejación.

Primero trata de conseguir el favor de los españoles, que en ese momento están en guerra con los ingleses. Choca la escena que comparten Kit Harington (al cual no dejas de ver como Jon Snow en ningún momento) y Pedro Casablanc (Amar es para siempre), que hace del condestable de Castilla (¡en el siglo XVI hubo un español que hablaba bien inglés!). En algún momento me debí de dormir, porque hay un momento en que esta negociación falla y Catesby ya está en el bando de Guy Fawkes (Tom Cullen), con hombres, armas y, sobre todo, pólvora ('gunpowder') para liarla parda.

Si tú ves el primer episodio, ves cómo se evitan los ritos católicos, la situación persecutoria que sufren, los extremos a los que se llega contra ellos. Que se lo digan a lady Dorothy Dibdale (Sian Webber), a quien desnudan y aplastan con pesos mientras una piedra destroza su columna vertebral. Parece imposible que de ahí haya alguna relación con ese hecho histórico que V de Vendeta hizo tan famoso. Ni siquiera cuando la conspiración se está ejecutando y Hawkes está a punto de volar por los aires el Parlamento y llevarse por delante al rey y toda su corte, el ritmo cambia demasiado.

Tampoco cuando Catesby, su primo Thomas Wintour (de lo peor Edward Holcroft) y los suyos se pertrechan en una casa y se lían a tiros. La cámara lenta, lejos de dignificar la escena, la hace risible. Al final, los malos ganan y los buenos pierden, aunque el pacto entre Inglaterra y España hace suponer que los católicos dejarían de ser estigmatizados. Anne se lleva al hijo de Robert y poco más.

Lo único que te queda claro, más allá de que la historia de Guy Fawkes, Robert Catesby y cía daría para mucho, es cómo se las gastaban cuando te apresaban. Vemos todo tipo de torturas, desde estiramientos de músculos a uñas arrancadas, pasando por ejecuciones en las que si tenías suerte te ahorcaban sin más, para acabar con tu cabeza embreada en una pica. Superagradable de ver. Para que luego digan que Game of Thrones es dura, como si la realidad de la época fuera un cuento de Disney... 

Vamos, que una historia muy navideña no es. Ni tampoco una serie que merezca la pena ser vista. Un bodrio en toda regla. No perdáis el tiempo con ella.

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