Peaky Blinders. Temporada 1

(BBC. 6 episodios: 12/09/13 - 17/10/13)
No sé si la maravillosa banda sonora (Nick Cave, Tom Waits, The Raconteurs, The Wite Stripes, entre algunos de los shazameos) o si la elegancia y clase de Annabelle Wallis influyen en que me haya gustado tanto esta serie, pero al margen de elementos subjetivos, esta producción de la BBC me ha atrapado desde el primer momento, con esa casi onírica escena con Thomas Shelby (Cillian Murphy, Scarecrow en Batman) a caballo en la Birmingham de 1919.

Los Shelby son una familia de pseudomafiosos dedicados a las apuestas ilegales de caballos que tienen controlada su zona con expeditivos métodos, como las cuchillas de sus boinas (de ahí el nombre de la banda, algo así como boinas afiladas). Son tratados a la perfección los problemas de la época, como la creciente pujanza de la banda terrorista del IRA en Irlanda o los ecos del comunismo en las revueltas propias de la revolución industrial. Además, la ambientación es brutal, con esas calles empedradas y las condiciones poco higiénicas de las ciudades de entonces. Si esto fuera poco, el pulso del metraje es poderoso (muchas veces, a ritmo de rock), lejos de la morosidad o el detenimiento de uno de sus principales referentes, Boaldwark Empire.

Tommy es el principal protagonista. Aunque no es el hermano mayor, toma el liderazgo de la banda por su pujanza intelectual, algo que le falla bastante a Arthur (Paul Anderson). Tommy busca labrarse un hueco más allá de ese sector marginal de su banda, y más cuando un golpe de suerte se pone de su lado: han robado un cargamento de armas importantísimo por casualidad. Pese a los consejos de la tía Polly (soberbia Helen McCrory, la madame Kali de Penny Dreadful), decide quedárselas, pese a convertirse en un objetivo policial. Para terminar el esbozo de su personaje, hay que señalar que tras la Primera Guerra Mundial, todo el mundo comenta que no es el mismo (de hecho, tiene pesadillas con los túneles todas las noches). Se hace respetar por su seriedad, pero es un hombre  justo y con carisma (eres malo, le dicen en el capítulo 6, pero eres nuestro malo).

De Arthur cabría destacar el penúltimo episodio, en el que es estafado por Arthur Senior, su padre (Tommy Flanagan podría tener más presencias, borda su papel y el pequeño Arthur se merece una revancha), ese padre que abandonó la familia en los peores años de la guerra. Tras Tommy vendría John (Joe Cole, que, como los otros hermanos, también destaca por ese rapado a los lados y por detrás para dejar un matojo delante, curiosos sus peinados), que tendrá que aceptar un matrimonio concertado para evitar una guerra con la familia gitana de los Lee. Queda fuera de la sociedad de momento, por ser demasiado pequeño, Finn

Otro punto de fricciones permanentes lo ocasiona la hermana, Ada (Sophie Rundle), sobre todo porque se ha enamorado de Freddie Thorne (Iddo Goldberg), uno de los cabecillas de los instigadores de las huelgas, aparte del mejor amigo de Tommy en la infancia y compañero suyo en la guerra. El clan siempre permanece bajo la mirada atenta de la tía Polly, quien ejerció de cabecilla familiar en los años de la guerra, de ahí su relevancia y su ascendencia sobre los demás. En una sociedad tan machista, los puntos de vista de esta mujer siempre son respetados.

Otro de los protagonistas es el inspector Chester Campbell (qué mayor está ya Sam Neill, cuyo mayor logro con este personaje es ese acento cerrado), que viene desde la difícil Belfast, donde sus expeditivos métodos son habituales, para poner orden con los Blinders y, sobre todo, recuperar las armas, petición expresa del Primer Ministro de entonces, Winston Churchill. Pese a sus discursos sobre erradicar la corrupción, la turbiedad de este hombre deja ver que los buenos no lo son tanto. Como él mismo señala en el capítulo 6 a Tommy, no son tan diferentes. Aunque más quisiera él, puesto que le mueve la bajeza cuando Grace le rechaza, y ese final en suspenso podría ser un punto y aparte demasiado abrupto.

Porque si me deja sin la angelical Grace Burgess (la ya mencionada Annabelle Wallis, que me recuerda un montón a María Valverde en el perfil de su nariz al menos), sería un duro golpe para esa segunda temporada que tendrá difícil superar a esta, y eso que hay algún elemento un tanto forzado (como el discurso de Ada cuando la banda del despreciable y chulo Billy Kimber, uno de los principales corredores de apuestas, y los Peaky Blinders iban a matarse entre ellos). Será difícil, en todo caso, que Grace vuelva detrás de la barra y a deleitarnos con su voz aterciopelada cuando interpreta alguna canción. Y será difícil encontrar otra serie con tantos aciertos para conseguir ser una ficción de tan alto nivel.


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