Game of Thrones. S05E09. The Dance of Dragons


Vamos a empezar por el final, cómo no... Cambiando un poco el orden habitual de la imagen encabezando la entrada, porque va a ser un spoiler... Bueno, vamos a empezar diciendo que el capítulo no llega al nivel del 8 pero eso se preveía factible porque creo que el anterior episodio ha sido el mejor de la serie, y no sólo por el apoteósico final con los White Walkers. Como he leído por ahí, si el 8 estuvo centrado en el hielo, en este noveno tocaba el turno al fuego (recordemos que la saga es hielo y fuego).

Eso no quiere decir que el penúltimo episodio haya sido decepcionante, ni mucho menos, sino que estamos hablando de que a partir del 7º episodio hemos entrado en una espiral increíble en la que la 5ª temporada se está convirtiendo en una de las mejores de GoT (pasando por el subidón del título, y luego el posterior temor de que se quedase en la mera referencia de Shireen a Davos sobre su lectura).  Por más que hayamos mezclado alguna trama en su punto inicial (la de Arya con la llegada de sir Meryn a Bravoos) y que la de Dorne nunca ha conseguido alcanzar cotas muy altas, el resto ha sido entretenimiento del que sólo esta serie te puede proporcionar.

Y bueno, ya no puedo aguantar más...

Spoilers Spoilers Spoilers Spoilers

(08/06/15)
Si la semana pasada hablaba de que esta serie te potenciaba tus malos instintos, en esta toca  el lado contrario porque hay que estar un poco desequilibrado para estar a punto de emocionarte cuando la madre de los dragones acaricia a Drogon, que ha acudido a su rescate en el momento más oportuno. Hemos pasado por la confirmación de que Tyrion y Daenerys encajan perfectamente (además de que habría que guardar cada discurso del gigante Lannister, no puede estar más inspirado frente a la reina, más preciosa que nunca encabezando el palco del estadio), hemos estado en vilo con sir Jorah en la arena de los Grandes Juegos, hemos fruncido el ceño con las demostraciones un poco improcedentes de Daario frente al marido de la Khaleesi (tipo meada más larga: luego se redima defendiéndola), hemos emborronado ojos cuando Jorah le ofrece la mano a Daenerys y esta por fin le acepta. Hemos temido por Missandei, por la encerrona de los malditos escondidos tras las máscaras, y hemos vuelto a nuestra niñez cuando Daenerys proclama el "Valahd" y se sube a lomos de Drogon (tipo ET y Elliot y la bici voladora, pero con mejor acabado técnico). Estoy deseando que los otros dos dragones sean liberados y tengamos al trío incendiario arrasando esa ciudad estúpida que es Mereen.

Antes de pasar al otro punto fuerte del capítulo, un par de pinceladas: sir Alliser avisando a Jon Snow (después de hacérselas pasar putas cuando ha tardado en abrirles las puertas del Muro) de que su buen corazón hará que les maten a todos; Arya encontrándose de casualidad con sir Meryn (quien se nos hace odioso con sus aficiones pedófilas en el prostíbulo, esperemos que quede fuera de la lista de deseos de la pequeña Stark); y que las andanzas de esa pareja que prometía mucho pero que ha quedado en apenas un par de chascarrillos se resuelva con una descafeinada alianza entre Doran Martell y Jaime Lannister: Myrcella se vuelve a Kingslanding (¿llegará a tiempo para ver en lo que queda el proceso a Cersei?), pero acompañado de Trystane, que ocupará un puesto en el Consejo Real. Y el puñetazo de Bronn queda en uno recíproco que recibe. Ellaria Sand (su venganza queda también bastante difuminada) termina aceptándolo, y de sus tres hijas nos quedamos con la que le saca al arrabalero caballero de Blackwater la afirmación de que es la mujer más guapa del mundo.

Así que vayamos a otro de los puntos fuertes del capítulo: cómo Stannis Baratheon con una sola decisión ha quedado invalidado para postularse al trono de hierro. Tras la incursión de Ramsey y sus 20 hombres, arrasando el depósito de comida y las armas y buena parte de los caballos, Stannis se siente acorralado y no ve otra que aceptar la propuesta de  la pérfida e implacable (pero hermosísima) Melisandre: el sacrificio de su propia sangre parece la única salida. Antes, vemos el lado opuesto: un sir Davos que le hace un regalo a la pequeña e inocente Shireen y le da las gracias por haberle enseñado a ser un mejor adulto. Aunque barruntaba algo, no puede doblar la decisión de su rey, que le envía de vuelta al Muro para que Jon abastezca a sus tropas a cambio de guarecer sus 19 castillos. Y no se trata de una muerte dulce o rápida, no, se trata de una pira de fuego de las que tanto le gustan al Dios de la Luz. En el proceso de agonía de la pequeña (a quien oímos asustada en busca de sus esquivos padres), al menos la madre y esposa de Stannis, Selyse, se redime en parte cuando intenta, demasiado tarde, revocar la decisión para salvar a su hija.

Y ahora, por favor, que no vengan con las chorradas y melindres de que hemos asistido al sacrificio de una niña y que la serie es muy fuerte, como suele ocurrir con alguna violación, decapitación o similar. Quien quiera azúcar, que se compre un bollo, y que nos dejen con esta recreación fabulosa de este universo de fantasía con ecos medievales. Hay que recordar, no obstante, que la realidad siempre habrá sido mucho menos condescendiente con estos reparos, y no será por falta de ejemplos...

En fin, que ya sólo falta un episodio (snif, snif) y por culpa de un odioso spoiler (en forma de imagen) sé que como mínimo nos espera una sorpresa mayúscula, así que me da que el último capítulo no va a ser un resituar piezas o un cierto remanso tras la tempestad, sino que nos vamos a ir a 2016 con los muñones sangrantes o purulentos de tanto mordérnoslos...

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