Game of Thrones. S05E02: The house of black and white

Contiene spoilers ya desde la imagen, así que cierra los ojos...
(20/04/15)
Qué bonito es Drogon. Y qué pena que sus dos hermanos estén encerrados. O que Daenerys se empeñe en equivocarse una y otra vez en todas sus acciones, empezando por apartar de su lado a ser Jorah. La candidata más fiable al trono de hierro cada vez mete más la pata y como siga así la van a moler a palos en Mereen, donde la Mysha ha dejado de ser tan querida por su condenable empeño en practicar la justicia. Frank Underwood podría darle algún curso de qué darle a los electores para mantenerse en el poder. Pero como este crossover es poco menos que imposible, esperemos que Tyrion acuda al rescate y le pueda dar consejos prácticos de cómo mejorar su imagen y acercarse al trono de Poniente. En la reseña del Destilador cultural me encantó  la metáfora de lo lejos que transcurre la política de la realidad, visible en la escena que comparte con Varys en un carruaje, una caja casi totalmente impermeable a lo que hay fuera.

Hablando de política, tenemos la elección de un nuevo Lord Comandante de la Guardia de Noche: ni más ni menos que Jon Snow, quien se hace merecedor de este cargo antes de la emocionante elección, cuando rechaza el tentador ofrecimiento de Stannis para ser de nuevo un Stark y reconquistar el Norte para él. Antepone su juramento al mayor sueño que el muchacho pudo tener y eso sólo lo hace o un gilipollas o un Stark, que a veces viene a ser lo mismo. Da igual que tenga el Snow detrás, más hijo de Ned imposible. Habrá que ver, por cierto, cómo encaja tanto rechazo el orgulloso y fatuo Stannis. Su esposa, por otra parte, reprende a su hija que pase tiempo con Sam (el instigador de la candidatura de Jon) y Gilly. Mal rollito da esa mujer.

Si en el primer episodio sobraba por ejemplo la escena de Gusano Gris, aquí no hay nada que reprochar, si bien hay tramas que se están iniciando, como el aprendizaje de Arya (¡hurra cada vez que sale en escena, se come la cámara esa niña!) con el antes llamado Jaqen H'ghar, o la asociación entre Jaime y Bronn, que promete mucho. Mucho más que la un tanto insulsa entre Brienne y Pod, aunque ahí tiene mucha culpa que su misión hace aguas por todas partes. Si antes Arya rechazó el amparo de esta mujer, ahora lo hace Sansa, que se siente mucho más segura en las garras de Petyr Baelish.

Otra mujer que no lo está pasando nada bien es Cersei. Esta vez, su tío Kevan la deja con dos palmos de narices al rechazar su autoridad. Este ataque de machismo no es óbice para que la rubia más odiada de los Siete Reinos siga sus intrigas. La principal es que nombra al inquietante Qyburn como Mano del rey Tommen. La escena de la cabeza cortada del enano nos lleva a a recordar que hay una Montaña en proceso de ser un temible Frankenstein. 

Reconocibles son los escenarios de Dorne, quizá lo más destacado de momento, puesto que apenas se nos ha mostrado un pequeño esbozo: la amante de Oberyn, Ellaria, quiere vengarle con la sangre de Myrcella (a quien vemos una ostentosa y abundante melena rubia, siendo cortejada por, es de suponer, otro Martell), pero un pausado Doran se lo impide. 

Y acabo donde empecé. Por Drogon. Su escena con la Khaleesi es bien hermosa y triste. Cariño y libertad de momento parecen no ir de la mano, sino más bien estar contrapuestos. Y lo cierto es que sin los dragones, la rubia Targaryen no tiene nada que hacer, casi ni aspirar a sobrevivir...

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