Terror en la red 1. Álvaro Colomer y Antonio Lozano. Edebé

(208 páginas. 12€. Año de edición: 2012)
Hola, me llamo Nerea y te escribo porque mi hermano ha desaparecido. He encontrado tu nombre entre una serie de personas que tenía agregado a ‘La Sombra’ como amigo. Lo último que hizo mi hermano antes de dejar de dar señales de vida fue agregar a esa «Sombra» a su lista de amigos. Si no me equivoco, todos los que la agregaron permanecen inactivos. Excepto tú. Por favor, ponte en contacto conmigo urgentemente. Estoy un poco asustada.
Muchas gracias.
El primer título de esta trilogía de terror cuenta una sencilla y efectiva historia en la que Internet tiene un protagonismo fundamental: una serie de chicos empiezan a desaparecer misteriosamente, entre ellos Alex Wells, hermano de la intrépida Nerea Wells, que al notar la ausencia de su hermano, decide pasarse por la residencia universitaria donde vive e investigar. El ordenador le da la pista principal, en forma de solicitud de amistad en Facebook a un usuario llamado "La Sombra". Al entrar en su perfil, ve que todos los que están en su lista de contactos han dejado de publicar, todos menos uno, que tiene como apodo "El niño de la habitación".

Derek está detrás de ese nick que responde a su agorafobia tras el "gran Boom" (como llama él al episodio que desencadenó su enfermedad), en el que tuvo la necesidad de encerrarse en su habitación y no salir (ya hace tres meses, 23 días y 14 horas). Pronto entre ambos chicos surge una corriente de afinidad (y algo más) y, gracias a las habilidades (muy, pero que muy exageradas) cibernéticas de Derek, un hacker consumado, consiguen saber de dónde proviene el logo tras el que se esconde "La Sombra". Ni más ni menos que una secta con origen japonés, Koruki-ya, que pretende desterrar la tecnología de la vida de la humanidad, para lo cual quiere llevar a cabo un sacrificio a nivel mundial.

El narrador en tercera persona, que empieza relatando el secuestro de uno de los chicos, Jonathan, también focaliza algunos capítulos en Alex, Derek, La Sombra misma y el inspector Harry, el policía encargado de llevar el caso, aunque la protagonista indiscutible es Nerea, una huérfana que vive al amparo de su tía Liz. Nerea y Derek están bastante bien perfilados y resultan creíbles, y hasta es original la propuesta empleada con "el chico que vivía encerrado en una habitación" (no me agrada mucho esta concesión en forma de título vinculado al éxito de Stieg Larsson "Los hombres que no amaban a las mujeres"). Los demás son menos redondos, pero su importancia es secundaria y tampoco hay que poner pegas ante la bastante evidente identidad de algunos de los acólitos de la secta.

La sencillez y la efectividad, junto con la eficiente intriga y las dosis de inquietud/terror, son las principales armas de este relato que engancha al lector desde el principio. Los chicos no tendrán dificultad de entrar por el aro de la premisa de una organización criminal a gran escala con peregrino objetivo y resulta muy atractiva la edición del libro, con predominio del negro en las páginas. La actualidad del relato es otro de sus puntos a favor (incluye, por ejemplo, un blog creado por Derek con el título del libro). 

Mi mayor pega vendría en lo que respecta a la ambigüedad de dónde está localizado el relato, con una mezcla un poco ridícula entre antropónimos castellanos y anglosajones. La historia se solventa en cuanto a lo que concierne a los hermanos Wells, pero queda por resolver cuáles son los siguientes pasos de la secta, y más cuando la amenaza en forma de pintada en la fachada del edificio donde vive Nerea es la forma de despedirse de esta primera parte. Creo que tiene ingredientes suficientes de resultar una lectura recomendable para 1º y 2º de la ESO.

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