La maldición del maestro. Laura Gallego. SM

(239 páginas. 9,90€. Año de edición: 2013)
La segunda parte de las Crónicas de la Torre empieza quince años después de lo sucedido en El valle de los lobos. Dana, que frisa los treinta años, ahora es la Maestra de la Torre y tiene varios discípulos en ella: el poco fiable Morderek (que será de presuponer el antagonista de la tercera parte), el bastante prescindible Conrado (pese a ser el alumno más avanzado, no está bien desarrollado), el estancado Jonás (aún viste la túnica azul pese a ser el alumno más antiguo) y la pelirroja Salamandra, la última en llegar, salvada in extremis por Fenris cuando iba a ser quemada en una pira. Este personaje se convierte en el eje central de la 2ª parte, no sólo por sus altas capacidades con el fuego, sino porque protagoniza un triángulo amoroso con Jonás y Fenris (aunque no pase nada entre las aristas de esa pirámide de amor).

La maldición del Maestro, una vez muerta Maritta (justo al llegar Salamandra), no tarda en llegar y Dana desaparece porque el Maestro (bueno, no se dice en ningún momento pero se presupone) se la lleva al Laberinto de las Sombras, un lugar peor que la muerte misma. Y es que una de las primordiales reglas de los magos es que ningún discípulo puede rebelarse contra su maestro. La cosa se complica con la llegada de Shi-Mae, representante del Consejo de Magos, una elfo maga que tuvo un pasado tormentoso con Fenris antes de que este fuera desterrado del reino élfico, que viene acompañada de Nawin, la princesa elfa, que llega a aprender magia.

Por tanto, el peso de la acción en esta segunda parte queda más repartido que en la primera parte, en la que Dana y su inseparable Kai eran los protagonistas indiscutibles. Ahora ceden paso a sus discípulos, aunque el amor entre Dana y Kai sería la otra pata sentimental del libro, resuelta de forma bastante sorprendente casi al final en forma de dragón dorado. Hay que tener en cuenta, eso sí, que la trama se centra sobre todo en el componente de acción.

Para ser una obra de literatura juvenil cumple el cometido de entretener y a las pruebas del enganche de mi 1º C me remito, que ya me están pidiendo la 3ª parte. El mundo recreado en la primera parte tiene una continuación que no baja el nivel una vez que te acostumbras a que el protagonismo vaya por otros derroteros. Y aunque exige en parte haber leído el libro anterior (si te quieres enterar de qué es una Kin-Shanay, por qué Dana y Fenris están malditos, qué es Kai, por qué son tan poderosos los lobos del valle...), incluso no sería obligatorio del todo. 

Por una parte, eso sí, quizá podría haberse exigido un poco más Laura Gallego, porque la historia y el tema de la magia daban para más (incluso para una versión cinematográfica o de una serie), aunque aún queda la tercera entrega y ahí puede que se quede a gusto. Quizá hubiera sido mejor prescindir de Conrado, darle más relevancia a Morderek y más ambigüedad a Shi-Mae, pero son menudencias y es cierto que en general la trampa del Laberinto de las Sombras tiene una buena resolución, así como esos capítulos con varias tramas en paralelo.

Quedan cabos sueltos que se resolverán en la tercera parte, como saber quién es el lobo blanco que ayuda a Fenris cuando intenta rescatar a los chicos en el bosque y el epílogo esta vez va centrado en abrir lo que será esa nueva entrega, con otra elipsis temporal (aparte de la de un año entre el segundo capítulo y el tercero), en la que Salamandra ya tiene la capa roja y Nawin, ya reina, requiere de su ayuda, todo ello observado en la distancia por Jonás, que no soporta que la pelirroja esté tan obsesionada en encontrar a Fenris.

Para acabar, una curiosidad que me ha hecho gracia: la dedicatoria ("Cada ser humano tiene, dentro de sí, algo mucho más importante que él mismo: su Don", Brida, Paulo Coelho).

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