Game of Thrones. S03E09. The Rains of Castamere

02/06/13
Contiene spoilers
 spoilers spoilers spoilers spoilers spoilers spoilers spoilers spoilers


Inevitablemente, hay que comenzar esta reseña por el final, por ese impactante final que no tiene nada que envidiar a la decapitación de Ned o a la espectacular batalla de Blackwater (ay, los capítulos 9, qué  finales de temporada por adelantado nos ofrecen). Por más que desde el inicio (de la saga) se te avisa de que no te encariñes con nadie, uno no está preparado para lo que te espera. Oh my god, WTF, la hostia puta, la madre que parió al gordo cabrón y similares son algunas de las expresiones que se te vienen a la mente cuando procesas lo sucedido y consigues pestañear después del fundido en negro y de la sucesión de créditos en absoluto silencio (tras diez minutos de shock). Me da miedo hasta escribirlo por si algún despistado no ha hecho caso del aviso múltiple de spoilers porque quien no sea lector no tiene ni que saber cómo se denomina la boda que empequeñece hasta enanizarla más que a Tyrion la suya con Sansa.

Pero vayamos por partes, y con más calma:

Dejamos Desembarco por completo y nos centramos en los restantes personajes. En Yunkai, Daario expone su plan para saquear la ciudad y necesita de los dos mejores guerreros del ejército de la Khaleesi para introducirse cuales caballos de Troya: Gusano gris y Ser Jorah, que desconfía del guerrero. Si hay que poner algún pero en este episodio de más de 10 de nota pese a lo que voy a decir, es la elipsis que se produce tras la escaramuza de los tres magníficos de Daenerys. Es significativa la preocupación de Daenerys por Daario y ser Jorah se da cuenta.

Cómo será este episodio para que la Madre de los dragones sea secundaria... Porque pasamos a Bran, Rickon, Osha y los JoJen, cerca ya del muro, en una construcción abandonada donde se refugian de la tormenta. Por allí pasan Jon y los salvajes, que persiguen a un anciano que trata de avisar a la Guardia de la Noche. Le capturan y el mezquino Orell le dice a Tormund que sea Jon quien mate al hombre. Justo antes en el torreón Bran se ha metido en la cabeza de Hodor para que deje de gritar (está asustado por los truenos). Es el único capaz de haberse metido en la mente de un ser humano. Espectacular cuando sus ojos se tornan blancos. Luego lo repite con su huargo y logra salvar a Jon, que escapa a caballo, ante la desconsolada mirada de Ygritte. Luego, los caminos de Bran y Rickon se separan (llegaron por fin las primeras escenas de mérito para el pequeño).

Tenemos, pues, un primer conato de reencuentro entre hermanos que se queda en el casi, en un tiro al poste, en un gatillazo. Nada que ver con el otro reencuentro fallido, el de Arya con Robb y con su madre. La crueldad es un plato que sirve George R.R. Martin de manera destemplada: el Perro y ella se hacen con un carro para entrar en los Gemelos. Las miradas llenas de ansiedad y preocupación de la pequeña son lógicas, pues está a punto de acabar su odisea de soledad. Mientras, por su parte, Walder Frey recibe a las huestes de Robb, les ofrece de comer (me dice mi buen amigo Paco que es una costumbre o tradición que implica un pacto de no agresión, y que en los libros es Catelyn quien pide que les den de comer como forma de asegurarse que sean respetados) y acepta las nobles y sinceras disculpas del King of the North, no sin alguna pulla por su parte. Tenemos hasta una nota humorística cuando ya ante el símbolo de siete puntas y el juramento de los Siete Dioses, Edmund descubre que la que será su mujer, Roslin, es la Frey más agradecida, y su alivio es paralelo a su creciente excitación. El ritual de encamamiento le supone una dicha y un orgullo que no refrena. Talisa no se explica esa tradición tan brutal y es cuando le dice a Robb que tiene decidido el nombre de su hijo: Eddard. Un pequeño Ned jugando con Robb, ayyyy...

Catelyn comienza a sospechar. Nuestros sentidos se agudizan. Ya habíamos esperado que la comida tuviera veneno o que aparecieran lanzas en cualquier momento antes de que Edmund le pose el manto de protección a su esposa. Pero es luego cuando las puertas se cierran, justo cuando se inicia la canción que da título al capítulo, cuando Catelyn descubre que lord Bolton es un hijoputa descomunal, que Walder es un traidor que merece encabezar la letanía de Arya, la cual llega para ver cómo Viento Gris es acribillado a lanzazos. El Perro la noquea para sacarla de allí porque es tarde. Tarde para Talisa y para su gafe Ned (brutal la escena de la barriga). Tarde para Robb, tarde para Catelyn (cuya muerte en los libros es por lo visto incluso más dramática).

Es absurdo comparar o señalar diferencias como que Talisa en los libros no estaba en la Boda Roja. Cada medio tiene unas características y lo importante es que la saga en libros engancha y que la adaptación televisiva es colosal. No creo que muchas series te puedan desencajar la mandíbula, los ojos y el corazón como ha hecho este capitulazo.  

Comentarios