Game of Thrones. S03E06. The climb

05/05/13
Contiene spoilers


Insistir a estas alturas en la grandeza de la serie Game of Thrones, que está llevando a cabo una increíble adaptación de las novelas de George R.R. Martin, resulta poco menos que redundante. A los muchos valores ya expuestos de los diálogos, de los escenarios o de la profundidad y riqueza de los personajes, me gustaría añadir algo que se suele dar por supuesto (al menos en cuanto a premios se refiere): los efectos especiales, la magnífica facturación técnica, esas fabulosas fotografías, esos deslumbrantes escenarios, la cercanía que en muchas ocasiones existe con las películas más fastuosas de Hollywood.


Por ejemplo, las escenas de la escalada del Muro han sido épicas, emocionantes e impresionantes, sobre todo cuando Ygritte provoca una grieta y se derrumba una buena parte de hielo y Jon casi milagrosamente consigue salvarla. O cuando coronan la escensión, esa escalada (the climb) y Jon e Ygritte contemplan los paisajes más allá del Muro, a ambos lados. Es poesía pura. ¿Y qué decir de la música? ¿No resulta más trepidante la declaración de Meñique -la otra vertiente del título- sobre la escalada que el caos puede producir gracias a la envolvente y sugestiva música mientras Varys traga saliva con dificultad (genial su alocución, que copio de la reseña de todoseries: Chaos isn’t a pit. Chaos is a ladder. Many who try to climb it fail and never get to try again. The fall breaks them. Some are given a chance to climb but they refuse. They cling to the realm. Or the Gods. Or love. Illusions. Only the ladder is real. The climb is all there is)?

Quizás estos personajes citados son los más importantes de este sexto episodio. La historia de amor entre los jóvenes Jon e Ygritte prosigue su curso. Ygritte ha descubierto los planes de Jon, pero le da igual porque está enamorada de él gracias a su lengua y sus cuidados y le seguirá hasta donde haga falta. Esta pelirroja deslenguada y valiente está consiguiendo que el personaje pálido y sosón que es Jon en la serie tome incluso relevancia. Por fin parece que este muchacho despierta más allá de su huargo.

Meñique, por su parte, hace honor a los temores de Varys sobre la peligrosidad de su oponente, embarcado en sueños ambiciosos que le llevarán a pisar a quien haga falta. Cualquier oportunidad que encuentre la tomará como sea y si descubre que alguien interfiere en sus planes, como la exprostituta Ros, quedará apartada sin contemplaciones. Si se tiene que valer del psicópata Geoffrey, perfecto. Las intrigas en Desembarco de momento han dejado a Samsa llorosa y lamentando no haberse embarcado con ese implacable hombre y haber perdido el matrimonio de Loras (porque no es capaz de ver que ella le interesaba un pimiento), aunque nosotros los espectadores sabemos que Tyrion es el verdadero partido. Y si no, que se lo digan a Shae, a quien nos hemos quedado sin ver su reacción.

Otro diálogo que me ha encantado es el que mantiene Twynn (otra vez, vaya casualidad) con lady Olenna sobre los planes del primero sobre la boda del hijo de la segunda. Ya que lady Olenna pone trabas (después de responder a la homosexualidad de Loras con menciones sobre el incesto de los Lannister y preguntarle si alguna vez no ha tenido algún desliz con hombres, genial ese momento), Twynn hace gala de sus numerosos recursos: Loras tiene dos opciones, o casarse con Cersei o formar parte de la Guardia Real, con lo que el heredero de los Tyrell perdería sus derechos a la sucesión.

Ver firmar las paces (o la tregua) entre Cersei y Tyrion resulta un poco extraño, pero la faena de su padre es digna de bandera blanca y la fuerza de estos dos personajes es tal que verlos juntos siempre merece la pena. Claro que salvo las escasas y poco relevantes escenas con Bran, todo se puede resaltar, incluso la inicial entre Sam y Gilly, y eso que apenas es una conversación al calor de una fogata en medio de su huida. 

Acongoja más la posible separación entre Jaime y Brienne, como propone el temible y gélido lord Bolton, que algo oculta; o el funesto sino del pobre Gendry, que cuando estaba encantado con formar parte de la Hermandad, llega la perturbadora (pero sexy, como recalcan los hombres que se burlan cuando Arya no entiende una observación machista) Melisandre y lo reclama para ese sacrificio con sangre Baratheon. La revelación de Thoros de Myr parece sorprenderla bastante, como si ella misma no fuera capaz de devolverle la vida a nadie como ha hecho el sacerdote borracho. Y estamos hablando de alguien que parece mucho más apegado al Dios de la luz y con mucho más poder. Por cierto, me ha encantado cómo Arya se enfrenta a ella pese a saber que es una bruja. ¿Qué habrá querido decir con que le dijo? ¿Una predicción de las personas que matará en un futuro?

No me fío nada de los Frey y no sé si las demandas que le hacen a Robb servirán para que Walder olvide la afrenta de haber roto el compromiso. Veremos, pero parece que es como fiarse del captor de Theon (ya podemos decir "el pobre Theon"), en lo que es la escena más fuerte del capítulo. Hablo de captor aunque sepamos que no es un Karstark y aunque los múltiples spoilers nos hayan revelado que estamos ante Ramsay. La mención de que el encierro no puede acabar bien es espeluznante, aunque no tanto como haber visto cómo le despellejaban el dedo...

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