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| (320 páginas. 7,95€. Año de edición: 2005) |
Pocas veces el transcurrir de tantas aventuras y peripecias pueden considerarse erráticas e incongruentes sin ser motivadas por la intención del autor. Explicar la trama de esta novela (artefacto, como diría no sé quién) sería perder el tiempo, así como explicar que el loco secuestrado de su manicomio, narrador en 1ª persona sin revelar su nombre, tuviera alguna importancia. Ni él, ni el comisario Flores, ni la Emilia, ni su hermana Cándida, ni el vejete Plutarquete ni los otros muchos que por esas inverosímiles páginas desfilan.
Sólo la parodia y el socarrón humor salvan esta novela menor, así como las ingeniosas e implícitas críticas a la sociedad (en torno a los primeros años 80 y lo digo por las continuas referencias a la crisis, muy actuales). Quien busque seriedad o una trama policíaca tipo Agatha Cristhie, que se busque otra novela. Quien se resigne a un artificio, al absurdo y a la intrascendencia (moteado de un léxico amplio y una retórica casi propia del siglo XVII), si tiene tiempo libre y le gusta este autor, que se anime porque entonces no se aburrirá.
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