Entremeses. Miguel de Cervantes. Bambú (Clásicos castellanos) (21/11/11)

(224 páginas. 14€. Año de edición: 2011)
El esfuerzo de la editorial Bambú para proponer distintas y variadas lecturas se refleja en la cuidada edición de este clásico. Los entremeses son una de las obras menos conocidas de Cervantes y sin embargo tiene un gran potencial para el aula debido, entre otras razones, a su reducida extensión y al sentido del humor que exhiben. La adaptación lingüística contribuye a este fin, en buena parte porque incluso el lenguaje claro y natural de Cervantes ya resulta muy lejano para nuestros alumnos (y si no, que se lo digan a los que han intentado leer el Quijote...).

No sólo se trata de la modernización del texto, sino que se incluye al final un cuaderno documental explicando la vida de Cervantes, el contexto histórico y social, el teatro de la época (evolución, comediantes, corrales de comedias) y analizando pormenorizadamente la obra (temas, personajes, estructura, análisis del espacio, del tiempo, de los personajes y las características lingüísticas).

Seis sainetes de los ocho publicados (faltarían los dos en verso), además del prólogo, conforman esta edición: El Retablo de las maravillas, La guarda cuidadosa, El viejo celoso, La cueva de Salamanca, El juez de los divorcios, El vizcaíno fingido. Sin la intervención del profesor, eso sí, quizá resulte inabordable para los alumnos. Y es que no resultan del todo digeribles, tanto por el distanciamiento histórico como el argumental. El texto requiere de aclaraciones constantes, como por ejemplo lo que suponía el código del honor.

Los entremeses más entretenidos para mi gusto son El retablo, La cueva y El viejo celoso. Estos dos últimos porque la situación de enredo es clara y el engaño de las mujeres a sus maridos resultan de por sí graciosos. No hay complicaciones y sí mucho divertimento a base de alusiones ambiguas. El retablo es más complicado, pero es muy enriquecedor ver la confrontación entre el plano real y el imaginario, cómo se entrecruzan en un juego metateatral la representación y los espectadores, a través de la premisa de que no pueden ver la representación mágica quienes tengan sangre judía conversa, con la que los comediantes se burlan de los pueblerinos que asisten a la obra.

El resto de sainetes son más repetitivos (parten de esquemas que así lo son, vaya: La guarda, El juez) o más confusos (El vizcaíno). Llama la atención la misoginia presente, reflejo (imaginamos) de la época, tema propicio para entablar debates. 

De nuevo, hay que destacar la página web de la editorial, donde tenemos un plan lector que nos permite hojear el libro, escucharlo y ver diversas fichas de animación a la lectura.

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