Litrona. Juan Luis Mena. Algar (10/10/11)

96 páginas, 10,20€ (Joven teatro de papel, 2009)

Obra teatral en 8 cuadros y un epílogo donde la mayor sustancia nos la encontramos en la introducción de Antonia Jiménez Rogríguez, si no la esposa del autor, sí al menos una muy buena amiga, porque el elogio de la obrita no se corresponde con la decepción que queda cuando luego se lee.

En Litrona vemos a un grupito de chicos cuyas historias aparecen sueltas y estáticas (por más que pase el tiempo en la historia). Los personajes del inicio son los mismos que al final, aunque una triunfe como cantante o Champi pase un año en el Reformatorio. No hay abismo de evolución alguna: el autor planea con una finalidad sobre la que se impone al desarrollo de los sucesos: se nos quiere mostrar a un grupo de chicos de un barrio marginal sin expectativas que se reúnen en un callejón armados de litronas, sin más.

Es inútil hablar de Morri, de Luna, de Teo, de Pirri o de cualquiera. Que Carol va al insti porque quiere ser veterinaria y parece la más sensata; que Luna quiere ser cantante y lo consigue, aunque el precio es romper con las raíces; que Teo quiere a Luna y se distingue de Morri en que este es muy heavy y le encanta Jim Morrison (un poco desfasasada la referencia, pero bueno); que Manu es el gracioso (hilarante...); que Pirri es muy pijo... Es inútil porque todos ellos son arquetipos de una visión parcial de lo que para Mena significa la juvenud. Vamos, que si vas al helenco y lees la breve descripción que aparece de ellos ya no hace falta más.

Vale que el lenguaje es realista, que los problemas de los chicos son representativos de los de esta edad, que las reflexiones que subyacen son interesantes o que incluso la representación de este... ¿drama, cuadro costumbrista, decorado de cartón-piedra? puede resultar atrayente, pero falta chicha, sustancia, argumento, vida. Es como una osamenta a la que le faltara carne. Una pena, porque el título y las intenciones preliminares prometían. Eso sí, puede resultar muy válida para un grupito de teatro o para suscitar debates a partir de alguna escena. Pero poco más.

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